Un día en medio de mi desesperación decidí arrancarte de mi corazón. Incluso llegué a inventar chicos ficticios que me distrajeran de tu presencia, pero siempre estabas ahí, tan fuerte, tan presente y tan pendiente que al llegar a casa no me quedaba de otra que llorar, morder la almohada y resignarme a tu existencia, fuerte e inmutable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario